jueves, 11 de julio de 2013

18 de Julio: Se acerca el 76 Aniversario y seguimos con el debate


Se acerca el 76 Aniversario y seguimos con el debate tonto de símbolos y parafernalia si; o símbolos y parafernalia no. Ciertamente me aburre, pero creo que no deben quedar sin respuestas todas las Mesas que se realizan al respecto, Conferencias, debates e intentonas electorales. Se dirá, que la gente de mi pensamiento siempre estamos con lo mismo, pero coño, lo hacemos en respuesta a una inmensa, en cantidad, de estrategias anuales....y son bastantes:
“Si en la pelea veis caer mi caballo y mi estandarte, levantad primero este que a mí”. Carlos I.
Ya nadie lleva sombrero de tres picos, ¿pero qué sería la Guardia Civil sin el tricornio? Ya nadie va al combate a pecho descubierto y sin casco, ¿pero qué sería La Legión sin su camisa abierta y su chapiri? Ya nadie viste con traje talar, ¿pero qué sería el sacerdote sin su sotana? Los niños ya no visten de marinero los domingos, ¿pero qué sería una comunión sin su “Almirante”? Ya nadie va virgen al matrimonio, ¿pero qué sería una novia sin su vestido blanco? Ya nadie se para cuando arrían bandera en un edifico público, ¿pero que sería de una Nación sin himno y sin bandera? Ya nadie grita ¡Viva Rusia y muera España! ¿pero que sería de la antiespaña sin su bandera tricolor y sus hoces y martillos? Los soldados (los españoles) ya no visten de uniforme por la calle, ¿pero qué sería de un Ejército “casual wear”? Ya nadie va con boina, ¿pero que sería un “gudari” sin su chapela?
Y es que nos guste o nos deje de gustar, la “parafernalia” es intrínseca no una forma de pensar, sino a un estilo de vida, ascético y militar. No obstante, si alguien demuestra más allá de las ideas que el nacionalsindicalismo triunfará renunciando a sus símbolos, que lo haga. Si alguien demuestra que José Antonio está superado, que lo supere. ¿Quién dijo miedo? Pero la realidad es tozuda, no ha habido ni un sólo caso, de los muchos que se han intentado, que lo haya conseguido. Todos un fracaso. Desde la CTI hasta, con las salvedades pertinentes, AES. Hay que dignificar las formas por uso y abuso, de acuerdo, pero no hay ningún caso fehaciente que el renunciar a ellas suponga la rehabilitación del contenido. Así que en lugar de dar coces contra el aguijón, sin prisas, sin pausas y sin exhibiciones histéricas, con la misma naturalidad que luce la luz del sol, recojamos el estandarte.
"Extraído de un comentario de uno de los muchos debates sobre lo mismo que no sacamos nosotros, sino los que piensan lo contrario"

domingo, 7 de julio de 2013

Estoy harta de separatistas y separadores, muy harta.

No soy catalana y en los 14 años que llevo viviendo en Cataluña, no se me había tratado de forma diferente a los que son catalanes e independentistas, hasta ahora.
Llegué hablando valenciano, cierto y en la Universidad, nos subían la nota en los trabajos en los que la variedad: catalán, valenciano y mallorquín, estaba presente en los mismos, cierto. Pero no se nos obligaba a hablar catalán en la Facultad, también es cierto. Es más, cuando los compañeros sabían que no eras ni catalana, ni valenciana ni mallorquina, si hablabas en castellano, nadie, te miraba extraño. Pero de eso hace demasiados años.
Tampoco te obligaban a hacer los exámenes en catalán, ni mis notas fueron malas, por lo que nunca me sentí “maltratada por su política lingüística”.
Cierto es que la mayoría de las clases eran en catalán y que a los alumnos que las cursaban, siendo Erasmus, los profesores que impartían sus clases en catalán, les daban un par de semanas para entenderlo.
De eso hace ya 10 años.
¿Qué ocurre ahora? En la Universidad no tengo la más remota idea, pero por el ambiente que se respira, me lo puedo imaginar: No creo que diste mucho del que se respira en las calles.
No soy catalana ni lo seré nunca, al igual que si me voy a vivir a pongamos por caso, Valladolid, no seré nunca vallisoletana. Por supuesto. No sé qué me ocurriría si me fuera a vivir a Valladolid, no tengo ni idea, pero lo que sí sé es como se me trata ahora en Cataluña.
Nunca he escondido mis ideas y nunca es nunca. Y hasta hace escasas fechas, a pesar de ello, no había tenido problema alguno para vivir en paz en Cataluña: E incluso en mi familia política tenía tranquilamente conversaciones con independentistas, pero con independentistas de verdad. No estoy diciendo con ello que sus ansias de ser un país fueran legítimas, en absoluto, pero sí que hace unos años, los que se significaban como independentistas, al menos, tenían una base ideológica que no justificaba legítimamente sus ganas de crear un país nuevo, pero al menos se podía conversar con ellos de política;  Ahora cada vez es más complicado toparte con gente así, sencillamente porque la mayoría de ellos, no tienen otros ideales que no sea el odio. Un odio que si son de izquierdas, tendrían que tener en todo caso, al capitalismo que ha corrompido a los que desgobiernan Cataluña en particular, y España y el mundo en general.
Pero no es así y odian únicamente al resto de los españoles.
He perdido amistades, sí, recientemente, alguna incluso de las que parecían más sólidas, porque se avergüenzan de que critique el independentismo primero y de que sea fascista , después.
No me incluirán en la lista de “buenos patriotas catalanes”, porque mi única patria es España y no me incluirán en la lista de “malos catalanes”, porque no soy catalana.
No me dará la gana de callarme ante afirmaciones absurdas sobre mi patria y ya no estoy dispuesta a tener ningún tipo de conversación ni con aquellos que tienen una ideología contraria, no: ¿Por qué? Porque al margen de no hay demasiadas personas así, que se muevan por ideales y no por odio en esta región española, si me encuentro a alguno que sí los tenga, no me apetece ni lo más mínimo. Estoy harta.
Harta de separatistas y separadores, muy harta, pero no por ello caeré en la trampa de odiar la cultura catalana, aunque entiendo, que la gente que vive fuera de Cataluña lo haga.
Y lo entiendo porque es tal  el odio que proyecta esta región hacia el exterior, a través de sus portavoces políticos imbéciles, que al final, los ideologizados del bando patriota español, es lógico que sean una minoría dentro de los que defenden nuestra verdadera patria, que es España y porque los que lo están –ideologizados-, es lógico que estén hasta las narices de todo lo que “suene a Cataluña”, porque la cultura está teñida de “estrelladas”.
Las manifestaciones culturales y de ocio en general en Cataluña se tiñen de independentismo, son parte de su coreografía: Nos encontramos con banderas independentistas campando alegremente en los estadios catalanes, e incluso formando parte de la propaganda independentista. Nos encontramos a los “castellers” formando parte de charlotadas independentistas, las “butifarradas populares” se celebran en torno a actos independentistas,etc.
Al año que viene, es posible que un referéndum refleje que la mayoría de los que votan –en edad de votar o no, catalanes de cuna o no-, quiere la independencia. Y lo peor, es que la tesitura es tal, que si el referéndum se efectuase en toda España, mucho me temo, que por hastío, ganaría el sí.
Ante todo esto, todavía los hay en el resto de España que creen que los que avisamos de que esta situación es cada vez más terrible, se permiten el lujo de decir que somos unos alarmistas.
Cuánto me gustaría poder darles la razón. Cuánto.
Colum Samper